PUBLICADO POR LOS COCINEROS VAMOS A CAMBIAR EL PERÚ.



A CONFESION DE PARTE ….

Daniel Greve es un periodista chileno nacido el 27 de enero de 1976 y especializado en periodismo digital. Editor de revistas y portales en Internet dedicados a la cobertura de arte y cultura, trabajó en El Mercurio en reportajes y en la revista El Sábado. Luego se especializó en gastronomía, manteniendo durante dos años la sección de bares y restaurantes del portal El Mostrador.

Pertenece al Círculo de Cronistas Gastronómicos de Chile y a la Federation Internationale des Journalistes et Ecrivans des Vins, FIJEV. Ha colaborado en revistas como Paula, Paula Cocina, Vinos & Más, IN (Lan), Sommelier (Francia), Le Connoisseur (Puerto Rico), Cuisine & Vins (Argentina).

Durante 2004 condujo el programa Wine Bar del canal Elgourmet.com, señal argentina que llega a 8 millones de telespectadores en toda América, y el 2005 fue co animador del programa Ciudades y Copas de Discovery Travel & Living. En Roma tomó el curso de degustación técnica de aceites de oliva, dictado por Unaprol. Ha sido jurado en diversos concursos internacionales de vinos y espiritusos, incluyendo el Concours Mondial de Bruxelles, Catad'Or Hyatt, Guía de Vinos de Chile y Vinitaly, además de ser jurado permanente para la votación anual The World's 50 Best Restaurants, organizado por la revista Restaurant, la más prestigiosa del Reino Unido.

Actualmente está a cargo de la sección Gourmet de revista Qué Pasa del diario chileno La Tercera, publica una crítica semanal en Planetavino.com y es director editorial y de TV de Ydea.cl, productora a cargo de su nuevo programa, CoBe [Comer, Beber], que actualmente produce su tercera temporada por Canal 13 Cable y desarrolla una revista paralela, también llamada CoBe.

Greve ha escrito que aún no puedo sacarse de la cabeza el episodio de hace unos dos años, en Holanda, durante una actividad oficial que buscaba promocionar Chile como imagen país.

El cuenta que delante de unos doscientos especialistas en vinos y destilados, líderes de opinión en sus respectivos países, Chile hacía debut con un par de emblemas culinarios. Lo habían hecho con geométrico éxito Portugal y México. Era nuestro turno.

Pero en lugar de mostrar a Chile desde el orgullo, desde nuestros sabores ancestrales, desde nuestra materia prima mejor conservada, el debut fue el de quien llega con pocos presupuestos, con la torpeza de hacer más encuentros a bajo costo, en lugar de hacer menos pero con mejor desarrollo y más impacto. En el fondo, con más ínfulas que verdades.

El pisco sour de bienvenida era espantoso y, para nuestra desgracia más subrayada, estaba el experto Peruano en vinos y piscos Johnny Schuller, entre otros Peruanos el Gringo Jaime Marimon, Paco Nagaro, Hugo Piaggio Ruiz, Alfredito Gordillo, Franklin Flores, Percy Sapaico, Guillermo Malaga Walden y Eduardo Bonifaz. Estábamos con Patricio Tapia y se nos caía la cara de vergüenza. Pero había que tomárselo con humor. Pato miró a Johnny y le dijo, con una mezcla de risa y resignación:"Una mierda, ¿verdad?". "Una mierda", contestó Johnny, siguiendo el juego. Y así era.

El buffet, no simple sino que simplón, y sin preparaciones típicas, también estaba alineado. El tomate chileno se presentó en una caprese. Pedí una explicación, al no ver chancho en piedra, o pebre, o ensalada chilena. Y la respuesta fue: "Es que eso es muy rasca". Bajo esa lógica, que es sin duda la convicción más fuerte, propagada y a la vez dañina, Chile tiene muy pocas posibilidades de llegar con la verdad de su cocina al mundo.

Ahora me encuentro en Perú, luego de hacer un trip culinario junto con el Círculo de Cronistas Gastronómicos de Chile, y pude constatar -como queda claro y escrito en la calidad con la que se representa afuera- que el eje de la cocina limeña, que hemos degustado intensamente, son sus raíces y el orgullo con el que se muestran.

Los restaurantes más modernos, mejor montados, que miran hacia una cocina evolutiva y que se emparentan sin ningún signo de debilidad frente a los mejores restaurantes de Europa, todos, sin excepción, aprovechan la materia prima que les entregan las dos enormes y nutridas despensas que Perú tiene, por mar y tierra. Y en ningún momento existe una pretensión de querer afrancesar o españolizar su cocina.

Todos, los modernos y los tradicionales, los de autor y los que interpretan una zona específica del Perú, sin excepción alguna, aprovechan su potente pasado histórico culinario, en muchos casos de miles de años, y lo potencian con una elegancia y convicción asombrosos.

Y ahí está una de las claves. Creer. Alguien dijo una vez que no hay que ver para creer. Hay que creer para ver. Y la cocina Peruana, tanto por lo que yo recordaba de Cusco y Arequipa, como por lo que pude ver en Lima e Ica, posee una convicción blindada y una vista kilométrica. Los Peruanos, aparte de cocinar con una sazón con la que nacen, que está en su genética, en su ADN, lo hacen con convicción. En su cocina no hay pretensiones falsas, ni sofisticaciones estériles. En Perú se cocina con el corazón, más que con las manos.

Daniel Greve

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