Cómo pensaba el Libertador José de San Martín, un legado para el análisis político

Por Juan Orlando Orrego Sevilla

En las instrucciones que San Martín redacta el 1° de enero de 1819 para una misión de espionaje a Lima, se puede leer: “Toda conmoción popular tiene tres tiempos difíciles [antes, durante y después de la ejecución] (...) [La multitud] no debe tener más parte que en el acto indivisible de la ejecución (...) La multitud, y principalmente la esclavatura no pueden ser movidas sino magnificando sus temores o abriendo sus esperanzas. 

Lo primero puede hacerse fácilmente [pero] lo segundo exige un gran tino y habilidad. No se debe hacer promesa que no se pueda o no se deba cumplir. El objeto de la Revolución es el de la felicidad de todos: una repentina emancipación de los Esclavos, y un saqueo indistinto de las propiedades precipitarían el país en la más espantosa anarquía, de modo que aún la multitud misma y los esclavos serían víctimas de la disolución general. Así pues, todos deben creer que serán gradualmente libres, gradualmente ricos, gradualmente felices...”

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